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                       Gösta
                      Stoltz, estocadas de hielo 
                        
                      ( Autor: ©
                      Javier Cordero Fernández ) 
                                
                      Gösta Stoltz fue un ídolo para los aficionados suecos al
                      ajedrez y lo
                      fue por dos motivos: por su brillante estilo de juego y por
                      formar parte del famoso trío conocido como Los tres
                      mosqueteros, el cual integró junto a Erik Lundin y
                      Gideon Stahlberg maravillando al mundo por sus resultados
                      en las Olimpiadas de los años 30. Sin embargo, el talento
                      que Stoltz mostró durante sus primeros años, cuyos ecos se
                      propagaron con rapidez por el ajedrez europeo, se fue
                      diluyendo poco a poco a la par que su portador era incapaz de soportar el propio peso
                      de la vida, por lo que su carrera se vio
                      sumida
                      en un declive imparable que acabó enterrando su nombre en
                      las profundidades de la historia del ajedrez moderno  
                                
                      Gosta Stoltz nació el 9 de Mayo de 1904, en Estocolmo
                      (Suecia). Falleció el 25 de Julio de 1963 en su ciudad
                      natal.  
                                
                      A
                      pesar de aprender el movimiento de las piezas durante la niñez,
                      la irrupción de Stoltz en el ajedrez de competición se
                      hizo esperar hasta 1922 durante el Campeonato de
                      Estocolmo, curiosa competición que contó con 160
                      participantes que fueron cayendo eliminados ronda tras
                      ronda hasta que sólo quedó uno: S. Wesling. Stoltz aguantó
                      el tipo a lo largo de varias eliminatorias, finalizando en
                      un digno 9º lugar.
                       
                        
                      Gosta
                      Stoltz,  jugador que conduce las negras, durante el
                      Campeonato de Suecia 1929 
                                 En 1923
                      aún se encontraba encuadrado en 2ª categoría, todavía lejos
                      de enfrentarse a los grandes dominadores del ajedrez sueco
                      que por aquel entonces eran Allan Nilsson y Anton Olson, aunque
                      duraría poco en ella ya que sus resultados le propulsaron
                      a la categoría absoluta (máxima posible) en sólo un par
                      de años.
                       Ese mismo año logró su primer triunfo de relevancia
                      al imponerse en el Campeonato de rápidas de Estocolmo (jugado a 15
                      minutos por jugador) ante más de 100 jugadores, lo que
                      representó toda una sorpresa. Al año siguiente ya jugaba
                      en 1ª categoría, aunque su contundente triunfo en el
                      Campeonato de Estocolmo 'B' demostró que su categoría
                      real debía ser la absoluta. Su
                      fulgurante éxito le llevó a
                      ser subcampeón de Suecia en 1927, excelente resultado
                      logrado al vencer en el Congreso de la Federación Sueca (empatado con Stahlberg): Congreso
                      Fed. sueca 1927. Este torneo, que en ocasiones se confunde con el
                      Campeonato de Suecia, daba la opción de disputar el
                      título máximo con el vigente campeón, aunque no todos
                      los años se daba esta situación (por ejemplo, entre 1931
                      y 1938 Gideon Stahlberg no puso su título en juego); a
                      partir de 1939 se jugó un Campeonato de Suecia en cada
                      temporada. Con una bolsa en juego de 300 Kr, Stoltz se
                      enfrentó a Allan Nilsson por el máximo título en un 
                      match a 5 partidas. Nilsson retuvo el título al finalizar
                      el encuentro en empate, aunque hay que decir que Stoltz nunca
                      se llegó a poner por delante y encaró la última
                      partida sin opciones de ser campeón 
                              
                        
                      Gösta
                      Stoltz y Emil Dahlqvist, pupilo y maestro 
                                
                      De
                      repente, todos los focos apuntaban hacia sus piezas, sus
                      resultados eran sobresalientes y su forma de jugar, muy
                      llamativa. Desde un primer momento Stoltz se había
                      posicionado dentro del gremio de «dinamiteros del tablero»,
                      mostrando un estilo agresivo e inconformista que amenazaba
                      con hacer saltar por los aires cualquier defensa que
                      encontrase a su paso. En su repertorio de aperturas
                      abundaban los gambitos, con partidas en las que buscaba
                      complicar la posición desde las primeras jugadas usando líneas muy agudas. Sin
                      embargo, en esa época se puede apreciar una evidente
                      falta de preparación teórica que lastraba enormemente su
                      juego durante la apertura, sobre todo al jugar con piezas
                      negras, por lo que Stoltz decidió ponerse bajo las órdenes
                      del jugador Emil Dahlqvist, que se enfrentó a la ardua
                      tarea de encauzar el talento de su joven pupilo. Ese
                      trabajo dio su fruto en los años siguientes, Stoltz
                      comenzó a jugar de manera más ordenada hasta el medio
                      juego, esperando pacientemente a que llegase el momento
                      adecuado para pasar al ataque, paso que solía dar con
                      jugadas incisivas que escondían una gran violencia,
                      desatando una tormenta que generalmente dejaba el tablero
                      lleno de restos humeantes: 
                      
                               
                      Pero que el lector no piense que esta va a ser una
                      historia de color rosa, con gloria y honores para el
                      protagonista... casi nunca lo son. El
                      camino por el que debió transitar Gösta Stoltz no fue
                      precisamente cómodo. Durante esos primeros años, y
                      durante la mayor parte de su vida, no pudo dedicarse al
                      ajedrez de forma exclusiva, teniendo que compaginarlo con
                      diferentes oficios, como el de mecánico de taller, al que
                      tuvo que recurrir en distintas ocasiones. Evidentemente,
                      no todos los maestros de la época competían en igualdad
                      de condiciones. Existían muy pocos ajedrecistas
                      profesionales, por lo que la mayoría tenía que buscarse
                      el sustento con los más variopintos trabajos, siempre
                      tratando de encontrar una ocupación que les permitiese
                      poder acudir a los torneos (por ejemplo, el alemán Helmut
                      Pfleger, médico de profesión, renunció a tener consulta
                      propia, limitándose a contratos temporales que le permitían
                      viajar cuando lo desease). Solo los soviéticos se podían
                      permitir el lujo de vivir del ajedrez, ya que era el
                      propio Estado quien los mantenía, evitando así que
                      ninguna preocupación perturbase su preparación. 
                      El
                      salto al ajedrez internacional 
                        
                      Gösta
                      Stoltz (dcha) vs Ored Karlin. Observa Folke Rogard  
                              
                      Stoltz era enormemente valorado dentro del ajedrez sueco,
                      donde se le consideraba una gran promesa con proyección
                      internacional, incluso por delante de los destacados Erik
                      Lundin y Gideon Stahlberg. En 1927 fue convocado por
                      Suecia para participar en sus primeras Olimpiadas, a las
                      que el equipo nacional acudió sin unas pretensiones
                      demasiado altas, de hecho no creo que pudiesen ni empezar
                      a sospechar lo
                      que este equipo iba a conseguir en esta prestigiosa
                      competición sólo unos años después. Stoltz viajó a Londres
                      junto a los jugadores suecos más relevantes de los años
                      20: Allan Nilsson, Gustaf Nyholm y Ernst Jacobson. Stoltz
                      jugó en el tablero 4 y logró la mitad de los puntos en
                      juego: 7'5/15, mientras la selección sueca finalizaba en
                      un discreto 11er lugar. Desde entonces Stoltz no faltaría
                      a ninguna Olimpiada hasta el año 1939, aunque eso es algo
                      de lo que hablaremos más adelante. 
                               
                      En 1928 recibió una invitación para participar en el
                      Torneo de Berlín. Esta fue su primera aparición a nivel
                      internacional, una interesante oportunidad que le permitió
                      enfrentarse a maestros contrastados como Nimzowitsch,
                      Tartakower o Bogoljubow. La cita levantó una expectación
                      inusitada en Suecia, no en vano sus jugadores raras veces
                      competían en el extranjero, aunque su actuación fue, en
                      cierto modo, decepcionante: sólo logró 2 victorias en 13
                      partidas y finalizó en penúltima posición con 4,5
                      puntos: Berlín
                      1928. 
                        
                              
                      El ajedrez sueco sufrió un fuerte impulso durante aquella
                      época. Sus dirigentes pusieron en marcha varias
                      iniciativas para popularizar este deporte entre los
                      aficionados y para facilitar el progreso de sus jugadores
                      más destacados. De este modo, en los siguientes años se
                      invitó a varios maestros de renombre para dar giras de
                      simultáneas por todo el país, lo que habitualmente se
                      aprovechaba para organizar un torneo que enfrentaba al
                      invitado con los jugadores suecos más pujantes. En 1928
                      Reti y Bogoljubow fueron los maestros que pasaron una
                      temporada en Suecia. La estancia de Bogoljubow se aprovechó
                      al máximo y repercutió de forma muy positiva en Stoltz.
                      La joven promesa sueca se alojó durante varias semanas en
                      la vivienda de Bogoljubow, con el que pudo realizar un
                      entrenamiento intensivo que mejoró notablemente su
                      preparación teórica. Esta iniciativa fue puesta en
                      marcha por Ludvig Collijn, antiguo jugador y patriarca del
                      ajedrez sueco, cuya obsesión era catapultar a los
                      jugadores de su país hacia la élite internacional. Más
                      adelante otros importantes maestros dejarían su impronta
                      en Suecia, como Nimzowitsch, Alekhine, Flohr, Spielmann,
                      Fine o Reshevsky, que jugaron multitud de partidas
                      a lo ancho y largo del país:
                      Bogoljubow dio 28 sesiones de simultáneas, jugando un
                      total de 946 partidas (+696 =144 -106); por su parte, Reti
                      visitó 18 ciudades jugando un total de 588 partidas (+434
                      =102 - 52).
                      Para cerrar la estancia de Reti en Suecia, se celebró un
                      pequeño torneo en Estocolmo que contó con el maestro vienés y
                      con las
                      tres jóvenes figuras suecas; Stoltz estuvo a buen nivel y
                      logró finalizar segundo:   ver
                      tabla.  
                        
                      Grupo
                      de jugadores suecos. Sentados: Stoltz y Sundberg.
                      De Pie: Lundin, Danielsson, Nilsson y Collett 
                                
                      Con gran determinación, los organizadores suecos también
                      trataron de
                      llevar el ajedrez al mayor número de aficionados posible. Por eso,
                      comenzaron a organizar actos relacionados con el juego,
                      como el ajedrez viviente que se organizó en Västeras
                      durante el Congreso de la Federación sueca de 1929.
                      Stoltz fue 2º en el torneo, superado inesperadamente por
                      Einar Pettersson, y también participó en el ajedrez
                      viviente formando equipo con Ludvig Collijn y Erik Lundin,
                      enfrentándose a H. R. Schoultz, E. Blomberg y G. Dahl. La
                      partida finalizó en tablas y los jugadores se disfrazaron
                      de piezas de ajedrez para la ocasión, disfrutando del
                      ajedrez en una lluviosa tarde de verano ante cientos de
                      espectadores que no se quisieron perder el espectáculo.  
                                
                      1930 fue el año de su consagración internacional con
                      varias participaciones en torneos de relevancia: Swinemünde, Zoppot y Estocolmo. Como le ocurre a la
                      mayoría de jugadores tácticos, Stoltz fue un jugador
                      tremendamente irregular, sobre todo en aquella época
                      donde su ajedrez era algo alocado. En Zoppot estuvo
                      horrible, siendo último con 1'5 puntos en 6 partidas.
                      Aunque supo reconducir la situación en Estocolmo,
                      logrando un segundo puesto, superando a Bogoljubow,
                      Spielmann o Rellstab, que le puso en la primera
                      plana mundial del ajedrez: ver
                      tabla. Tras
                      la contienda, Spielmann
                      se deshizo en halagos hacia Stoltz, en el que pudo
                      apreciar cualidades distintas a las del resto de jugadores
                      jóvenes: «No comete errores técnicos y su secreto
                      reside en su tranquilidad a la hora de jugar posiciones
                      complicadas, mostrando una gran sangre fría donde otros
                      maestros se derrumban».
                       
                        
                      Maestros
                      suecos 1931: 1ª fila (desde izda): Stolz, Lundin,
                      Sjöberg, Berndtsson y Sthalberg 
                      2ª
                      fila (desde izda): Bernflyckt, Kinmark, Forhaug y Ström
                       
                                 
                      Cada torneo internacional organizado
                      en Suecia representaba una oportunidad ideal para aprovechar la visita de
                      maestros extranjeros, por lo que además del torneo de
                      Estocolmo se
                      organizaron cuatro encuentros individuales entre los jugadores
                      suecos y los participantes del torneo. Spielmann derrotó
                      con claridad a Stahlberg, por 4'5-1'5, y Lundin, por 5-1;
                      aunque el momento deslumbrante llegaría en los
                      encuentros disputados por Stoltz: logró derrotar a Spielmann
                      (3'5-2'5) y a Kashdan (3'5-2'5), lo cual demostraba que el
                      joven maestro sueco estaba más que preparado para participar en los
                      torneos más importantes de Europa. Este tipo de
                      encuentros eran ideales para perfeccionar el juego de los
                      ajedrecistas suecos y para probar su preparación y escoger el
                      camino correcto en la misma. Spielmann pasó un mes en
                      Suecia dando simultáneas y conferencias. Los frutos que
                      se recogieron fueron jugosos e inmediatos: el ajedrez
                      nórdico había sido dominado por Dinamarca desde hacía
                      décadas, aunque esta tendencia cambió de forma
                      radical durante esos años, lo que quedó demostrado en el campeonato de 1930 con una superioridad aplastante
                      de la selección sueca (Stoltz contribuyó decisivamente a
                      esta victoria con 3 victorias en las 3 partidas que
                      disputó): Campeonato
                      Nórdico por equipos 1930. 
                                
                      En Suecia habían encontrado el camino perfecto para que
                      sus jugadores progresasen y decidieron seguirlo en los
                      años siguientes. En enero de 1931 se organizó un nuevo
                      torneo internacional en Göteborg que contó con el
                      prometedor maestro checo Salomon Flohr y el alemán Fritz
                      Sämisch. Stoltz había decidido no desperdiciar ninguna
                      oportunidad que se presentase en su camino y logró vencer
                      en el torneo, compartiendo el primer puesto con Flohr y
                      Lundin: ver
                      tabla. Pero una vez más, Stoltz tenía
                      reservada una brillante sorpresa: al ser considerado el jugador
                      sueco más destacado y con un futuro más prometedor, se
                      decidió organizar un  match que le enfrentaría a Flohr. Contra
                      pronóstico, Stoltz logró uno de los triunfos más
                      importantes de su carrera (el rival era de una entidad
                      enorme, de hecho unos meses después volvieron a
                      enfrentarse en otro  match en Praga y Flohr ganó con
                      comodidad por 5'5-2'5):  
                      
                        
                          
                              | 
                            
                               Stoltz
                              - Flohr 
                              Enero
                              de 1931 
                              Göteborg  | 
                            
                                
  | 
                           
                         
                       
                        
                      
                        
                        
                          
                            | 
                                  | 
                            
                               1 
                             | 
                            
                               2  | 
                            
                               3  | 
                            
                               4  | 
                            
                               5 
                             | 
                            
                               6 
                             | 
                            
                               7 
                             | 
                            
                               8 
                             | 
                            
                               Puntos 
                             | 
                           
                    
                        
                          | 
                              
                              
                            Gösta Stoltz  | 
                
                
                   1  | 
                
                   ½  | 
                
                   1  | 
                
                   0  | 
                
                   1  | 
                
                   ½  | 
                
                   0  | 
                
                   ½ 
                 | 
                
                   4.5 
                 | 
                           
                    
                        
                          | 
                              
                              
                            Salomon Flohr  | 
                
                
                   0  | 
                
                   ½  | 
                
                   0  | 
                
                   1  | 
                
                   0  | 
                
                   ½  | 
                
                   1  | 
                
                   ½ 
                 | 
                
                   3.5 
                 | 
                           
                         
                        
                       
                                
                      Tras vencer con claridad en un nuevo encuentro que le
                      enfrentó al danés Erik Andersen (4'5-1'5), Stoltz
                      volvió a encarar un reto que se le resistía año
                      tras año: lograr el título de campeón sueco. En esta
                      ocasión se jugó la corona con el vigente campeón,
                      Gideon Stahlberg, y de nuevo Stoltz se quedó con la miel
                      en los labios al volver a empatar en el  match
                      final (3-3), lo que permitía a Stahlberg retener su
                      título. Sin embargo, Stoltz se encontraba en un gran
                      momento, tal y como demostró unos meses después en Bled,
                      un torneo de verdadera élite que contó con Alekhine,
                      Bogoljubow, Nimzowitsch, Spielmann y una larga lista de
                      jugadores contrastados. En Bled, tras una agotadora lucha
                      que se prolongó durante más de un mes, Stoltz logró
                      finalizar en cuarto lugar en la que tal vez es la mejor
                      actuación de su carrera. El cuarto puesto que logró en
                      Bled fue un rotundo éxito, aunque toda noticia palideció
                      ante el ajedrez desplegado por el ganador final Alexander Alekhine,
                      que firmó una actuación estratosférica con 20'5 puntos
                      en 26 partidas, aventajando en 5'5 puntos al segundo
                      clasificado. Curiosamente, Stoltz no iba a participar en
                      el torneo, pero el azar y la suerte se aliaron con él...
                      aunque para conocer el por qué deben seguir leyendo a
                      través de este enlace: Torneo
                      de Bled 1931.  
                                 Stoltz
                      estaba firmemente asentado en la cresta de la ola y supo
                      aprovechar la oportunidad. Recibió varias ofertas para
                      realizar giras de simultáneas por diferentes ciudades
                      suecas, lo que le permitió dedicarse profesionalmente al
                      ajedrez. Entre 1929 y 1932 realizó cinco largas giras en
                      las que disputó un total de 1391 partidas (+1002 =168
                      -221, con un porcentaje de 78,07%). Su juego en esta
                      modalidad era
                      sorprendente, rápido y preciso, de
                      hecho en sus sesiones invirtió la mitad de tiempo que las
                      dadas por Reti o Bogoljubow en 1928.  En el siguiente apartado pueden consultar las
                      distintas giras que emprendió Stoltz a lo largo de su
                      carrera: 
                      
                      Su
                      forma de jugar en las sesiones de simultáneas, con esa
                      rapidez enardecida, no era
                      casual, Stoltz era un gran jugador en ritmos rápidos, lo
                      que demostró durante toda su carrera: Cuando
                      Stoltz daba sus rápidas estocadas. 
                        
                      Alekhine,
                      Flohr y Stoltz en Bled, año 1931 
                      La
                      experiencia estaba siendo muy positiva, tanto dentro como
                      fuera del tablero. Competir en torneos internacionales le
                      permitió conocer y compartir vivencias con los grandes
                      del ajedrez, como prueba la siguiente anécdota: tras
                      Bled, fue invitado, junto a Alekhine y Flohr, a un curioso
                      torneo en Niza. Todas las rondas fueron jugadas en
                      consulta formando equipo con un jugador local, pero
                      cambiando de compañero en cada partida. El campeón del
                      mundo venció con 6 de 8, seguido de Florh con 3,5 y
                      Stoltz con 2,5. Después del torneo, el ganador invitó a
                      Flohr y a Stoltz a realizar una «excursión».
                      
                       
                      —Relajémonos,
                      olvidemos el ajedrez por un rato y vayamos al casino de
                      Montecarlo —les propuso Alekhine.
                      
                       
                      En
                      Montecarlo se les unió un viejo conocido, un hombre que
                      respondía al nombre de ¡Siegbert Tarrasch! Tarrasch no
                      se encontraba allí por temas ajedrecísticos, sino por
                      descanso, y pronto intentó convencer a Alekhine de que
                      tenía un método infalible para vencer en la ruleta. Éste
                      le escuchó y con rapidez se despidió de él con una
                      sonrisa:
                      
                       
                      —El
                      viejo ni se acerca, ven conmigo, chico, y te mostraré cómo
                      jugar a la ruleta —comentó después Alekhine a Stoltz.
                      
                       
                      Era
                      la primera vez que nuestro protagonista entraba en un
                      casino y todo lo que vio allí le deslumbró. Alekhine
                      empezó jugando 20 francos al número 26 y la caprichosa
                      bolita, empujada por el azar, dio varias vueltas para
                      terminar cayendo ¡en el 26! Alekhine gritó triunfal.
                      Stoltz y Flohr, al observar la emoción que parecía
                      brotar de cada mesa, comenzaron a jugar también. Ese día
                      el campeón del mundo salió del casino con un buen fajo
                      de billetes y un humor excelente... Flohr y Stoltz no
                      pudieron decir lo mismo.
                       
                                
                      Pero
                      lo mejor aún estaba por llegar. La gloria esperaba a
                      Stoltz y a la selección sueca en las Olimpiadas, donde
                      pudo brillar junto a Erik Lundin y Gideon Stahlberg
                      logrando situar a Suecia en la primera plana del ajedrez
                      mundial. Las andanzas de este trío de jugadores,
                      verdaderos ídolos en su país gracias a sus memorables
                      actuaciones durante los años treinta, merecen un punto y
                      aparte en esta historia:
                       
                       
                      Los
                      tres mosqueteros del ajedrez 
                        
                      Stoltz
                      había vivido su puesta de largo en las Olimpiadas en la
                      edición de 1927, aunque la actuación del equipo sueco
                      fue más bien discreta. Todo cambiaría con el cambio de
                      década, el cual supuso la aparición de otros dos
                      jóvenes maestros suecos de gran talento: Erik Lundin y
                      Gideon Stahlberg. Junto a Stoltz, se erigirían en los
                      grandes dominadores del ajedrez de su país y formarían
                      un trío temible que rindió a un nivel extraordinario en
                      las Olimpiadas. Stahlberg era el más sobrio y sólido en
                      su juego, y también el que obtuvo mejores resultados y se
                      mantuvo durante más años en la élite. Lundin era un
                      jugador capaz de orientarse en cualquier tipo de
                      posición, lo que le convertía en el más completo de los
                      tres, pero también era el menos talentoso del grupo; su
                      punto débil era su escasa fuerza mental, bajo demasiada
                      presión sucumbía y era propenso a cometer graves
                      errores. Stoltz era el jugador más agresivo del trío y
                      su mejor cualidad era su capacidad para crear profundos
                      planes de ataque, aunque la irregularidad fue un
                      compañero de viaje del que fue incapaz de desprenderse.
                      
                       
                           
                           
                        
                      Gösta
                      Soltz, Erik Lundin y Gideon Stahlberg 
                      Para
                      comprender lo que sucedió en aquellos años es necesario
                      resaltar que Suecia no era, ni había sido, una potencia
                      mundial del ajedrez. Sin embargo, gracias a una
                      progresión constante, lograron que varias de esas
                      reconocidas potencias se tambaleasen ante su empuje: en
                      Folkestone (1933) causaron auténtica sensación al lograr
                      la medalla de bronce tras Estados Unidos y Checoslovaquia;
                      solo dos años después, en Varsovia, lucharon por el oro
                      hasta el final: tras haber liderado la clasificación
                      durante la mayor parte del torneo, se tuvieron que
                      conformar con la medalla de plata tras una gran remontada
                      de Estados Unidos en las tres últimas rondas; a los
                      suecos les quedó el insuficiente consuelo de haber
                      derrotado a la selección campeona, gracias al triunfo
                      logrado por Stoltz ante Marshall, y la consecución de
                      varios premios individuales: Stahlberg fue bronce en el
                      primer tablero, Stoltz también logró el bronce en el
                      segundo tablero y Danielsson la medalla de plata en el
                      cuarto tablero.
                       
                       
                        
                      Olimpiada
                      1952, equipo sueco
                      (desde izda): Danielsson, Lundin, Johansson, Stahlberg,
                      Sköld y Stoltz
                       
                      De
                      este modo, instalados en el éxito, encararon su Olimpiada
                      más importante: la organizada en Estocolmo (1937), su
                      tierra. La expectación era máxima, los integrantes del
                      equipo sueco llegaban en plena madurez y la medalla de oro
                      no era, ni mucho menos, una quimera. Sometidos a una gran
                      presión, los suecos tuvieron un comienzo de torneo
                      calamitoso con derrotas ante Argentina y Estados Unidos y
                      un inesperado empate ante Finlandia… No conseguirían
                      levantarse. Gran parte de la responsabilidad de este
                      desastroso inicio recayó en Stoltz, que sumó cinco
                      derrotas en sus primeras cinco partidas, lo que le sumió
                      en un estado depresivo. A pesar de enderezar el rumbo
                      durante las siguientes rondas, Stoltz perdió una
                      inesperada partida con Napolitano que le hizo colapsar:
                      tras descansar ante Islandia, no se presentó a su partida
                      correspondiente al encuentro que les enfrentaba a Escocia
                      y lo hizo sin avisar a nadie de su equipo, por lo que no
                      pudo ser sustituido por el jugador reserva. Más tarde
                      explicó que se sentía incapaz de seguir compitiendo y
                      que había decidido hacerse a un lado para no entorpecer
                      más a sus compañeros. Como es lógico, recibió duras
                      críticas por su decisión y fue responsabilizado por la
                      discreta 10ª posición conseguida por Suecia. 
                        
                      Ludwig
                      Engels (blancas) vs Gösta Stoltz, Olimpiada 1936 
                      Lo
                      acontecido en Estocolmo supuso el fin de las aventuras de
                      los tres mosqueteros, que ya no volvieron a combatir
                      juntos. Suecia desapareció de los puestos de honor de las
                      Olimpiadas después de la II Guerra Mundial, para no
                      regresar a ellos nunca más... razón por la que este
                      inolvidable trío es recordado con una mezcla de
                      admiración y añoranza en su país, sabiendo que los
                      tiempos de gloria de su ajedrez pertenecen al pasado y
                      difícilmente podrán volver a repetirse.
                      
                       
                      
                        
                          
                            | 
                               Olimpiada
                              
                               
                             | 
                            
                               Posición
                              
                               
                             | 
                            
                               Los 3 mosqueteros
                              
                               
                             | 
                           
                          
                            | 
                               Hamburgo
                              1930
                              
                               
                             | 
                            
                               9ª
                              
                               
                             | 
                            
                               Stoltz
                              10/17 , Lundin 12/17, Stahlberg 9,5/17
                              
                               
                             | 
                           
                          
                            | 
                               Praga
                              1931
                              
                               
                             | 
                            
                               7ª
                              
                               
                             | 
                            
                               Stoltz
                              13,5/18 , Lundin 11,5/18, Stahlberg 11,5/18
                              
                               
                             | 
                           
                          
                            | 
                               Folkestone
                              1933
                              
                               
                             | 
                            
                               3ª
                              
                               
                             | 
                            
                               Stoltz
                              8/14 , Lundin 10/14, Stahlberg 7,5/14
                              
                               
                             | 
                           
                          
                            | 
                               Varsovia
                              1935
                              
                               
                             | 
                            
                               2ª
                              
                               
                             | 
                            
                               Stoltz
                              12/19 , Lundin 13,5/19, Stahlberg 11,5/17
                              
                               
                             | 
                           
                          
                            | 
                               Estocolmo
                              1937
                              
                               
                             | 
                            
                               10ª
                              
                               
                             | 
                            
                               Stoltz
                              3,5/12 , Lundin 7,5/16, Stahlberg 9/15
                              
                               
                             | 
                           
                         
                       
                      No
                      es sencillo mantenerse en la cresta de la ola 
                      Una
                      vez presentados los tres mosqueteros, es hora de retomar
                      la historia de Gösta Stoltz, por lo que damos un salto
                      hacia atrás y regresamos al principio de los años 30. Tras su exitosa
                      irrupción en la élite del ajedrez, culminada con su
                      primer triunfo lejos de Suecia logrado en Swinemünde
                      (torneo jugado en junio de 1932 ante una selección de
                      jugadores alemanes), Stoltz entró en una racha de malos
                      resultados que se alargó demasiado. El número de
                      invitaciones a torneos bajó de forma drástica y dejó de
                      ser requerido para dar giras de simultáneas, por lo que
                      empezó a tener serios problemas económicos. El periodo
                      de entreguerras estuvo marcado por la precariedad y el
                      ajedrez sueco no fue una excepción, los emolumentos que
                      recibía un ajedrecista no eran muy altos y Stoltz vio
                      como la presión se colaba en sus partidas siempre
                      escondida detrás de la necesidad de lograr buenos
                      resultados. Había que sobrevivir, por lo que su estilo de
                      juego comenzó una clara mutación buscando navegar por
                      aguas más tranquilas; al tomar menos riesgos, las
                      pinceladas llenas de colorido fueron apareciendo cada vez
                      con menor frecuencia en el lienzo de las 64 casillas al
                      mismo tiempo que las tablas empezaban a proliferar en su
                      casillero. Curiosamente, este cambio supuso el principio
                      de su caída.
                       
                        
                      Dos
                      grandes tácticos: Gösta Stoltz vs Nicolas Rossolimo 
                                
                      En diciembre de 1932, tras un año complicado, logró una importante victoria
                      en un torneo temático (con las jugadas obligatorias 1.d4
                      e5 2.dxe5 Cc6 3.Cf3 De7 4.Dd5) organizado por el club de ajedrez de
                      Estocolmo que contó con Rudolf Spielmann. Pueden conocer
                      los detalles de esta curiosa competición, la cual fue sugerida por el
                      jugador Fritz Englund: Torneo
                      Jubileo C. A. Estocolmo. Este impulso lo
                      mantuvo en 1933 con varios segundos puestos (Helsinki,
                      Congreso de la Federación Sueca y, sobre todo, en Copenhage).
                      Eso sí, volvió a tropezar con la misma piedra: cedió en
                      un nuevo  match (tercero que jugaba) por el campeonato
                      sueco, en este caso frente a Stahlberg. Stoltz cerró el
                      año participando en una fiesta del ajedrez organizada en
                      el Circo Djurgarden (el 10 de Diciembre): 2.000
                      aficionados al ajedrez acudieron al Festival, en el que
                      también estuvieron Lundin y Stahlberg (además de otros
                      maestros suecos) y en el que se jugaron varias partidas de
                      exhibición, alguna de ellas a la ciega. En Suecia se
                      seguía intentando popularizar el ajedrez y los resultados
                      estaban siendo excelentes: esta tendencia se demostró en
                      un torneo que enfrentó a una selección de maestros
                      suecos con una selección de maestros alemanes; años
                      atrás hubiese sido impensable que Suecia derrotase a
                      Alemania, pero en 1935, año en que se jugó el torneo,
                      los suecos barrieron a sus rivales del tablero:  Zoppot
                      1935.  
                                
                      El siguiente maestro de renombre en encaminar sus pasos
                      hacia Suecia fue Aaron Nimzowitsch, que dio varias
                      simultáneas, jugó un match con Stoltz (al que derrotó
                      por 3'5-2'5) y participó en un pequeño torneo frente a
                      las principales figuras suecas. Estos pequeños torneos
                      parecen perdidos u ocultos por el paso del tiempo, por lo que creo
                      necesario rescatar su tabla de clasificación: Torneo
                      de
                      Estocolmo 1934. Nimzowitsch confesó que le
                      impresionaron
                      las partidas de Stoltz, al que definió como un artista
                      del tablero que aún podría crecer más... Nimzowitsch
                      estaba en lo cierto en el primer punto, pero se equivocaba
                      en el segundo: Stoltz había empezado un temprano declive
                      que se iría acentuando con el paso de los años. 
                        
                      Eero
                      Böök vs Gösta Stoltz, Campeonato Nórdico 1947 
                                
                      Las estrellas extranjeras seguían pasando por Suecia dejando
                      su impronta entre los aficionados. De este modo en
                      1935 pudieron disfrutar de Alexander Alekhine, que
                      participó en un torneo en Örebro en el que no faltó
                      ninguno de los mejores jugadores suecos y donde Stoltz
                      estuvo discreto viéndose de nuevo superado por Lundin y
                      Stahlberg:   Ver
                      tabla. A principios de 1937 fue el
                      estadounidense Reuben Fine el que llegó al frío norte
                      europeo, siempre con la misma fórmula que incluía realizar giras de
                      simultáneas y jugar un torneo para que los jugadores
                      locales pudiesen seguir progresando, torneo en el que Fine
                      no dio opción a sus rivales y donde Stoltz mostró de
                      forma definitiva su cambio de estilo, muy conservador,
                      logrando un alto número de tablas que decepcionaron a
                      público y periodistas: Ver
                      tabla. Entre estos resultados discretos,
                      Stoltz consiguió tener alguna buena actuación, como Helsinki 1936,
                      torneo en el que venció el talentoso letón Vladimirs
                      Petrovs, aunque a Stoltz se le escapó la victoria
                      inesperadamente al perder con el último clasificado (de
                      hecho Gösta fue el único capaz de vencer a Petrovs): Ver
                      tabla. En el verano de 1937 otro célebre
                      jugador pasó un tiempo en Suecia (Göteborg y Estocolmo):
                      el otrora niño prodigio Samuel Reshevsky. Se sabe que
                      Reshevsky jugó un pequeño torneo en Göteborg (del que
                      no se conocen datos) y dio alguna sesión de simultáneas,
                      entre la que cabe destacar una impartida en Göteborg que
                      fue considerada la más exitosa jugada en esta ciudad
                      hasta esos días (Reshevsky
                      se enfrentó a 29 rivales logrando 26 triunfos y 3
                      tablas). 
                               
                      En 1938 Stoltz logró un prestigioso triunfo que daba un
                      gran reconocimiento en Suecia, aunque no tenía
                      repercusión internacional: el torneo Collijn. Ludvig
                      Collijn, además de ser uno los jugadores más destacados
                      de Suecia, fue el gran impulsor del ajedrez sueco en los
                      complicados años 20, tiempos de estancamiento en el
                      ajedrez del país que fueron quedando atrás gracias a las
                      iniciativas puestas en marcha por él mismo. Por este motivo
                      se organizó un torneo para rendirle homenaje en 1938, el
                      cual tendría continuidad al disputarse con carácter anual tras el fallecimiento del homenajeado sólo un año
                      después, pasando a llamarse Copa Collijn. Como premio se
                      entregaba un trofeo de gran valor que tras la creación
                      de la Copa Collijn se podría obtener en propiedad si se
                      ganaban dos ediciones. El primer jugador en lograr el
                      trofeo en propiedad fue Stoltz, ya que venció en las
                      ediciones de 1940 y 1943: Torneo
                      Collijn 1938. 
                      De
                      la brillantez a la decadencia hay sólo un paso 
                        
                      De
                      pie: Ekenberg, Lindqvist, Nilsson, Bergqvist, Sköld y
                      Ekström. Sentados: Lindberg,
                      Kinmark, Lundholm y Stoltz 
                      Los
                      sucesos acontecidos en la Olimpiada de Estocolmo, ya
                      conocidos en párrafos anteriores, tuvieron
                      serias repercusiones para Stolz, que fue sancionado por la
                      Federación Sueca durante un año. El club de ajedrez
                      Wasa, al que pertenecía Stoltz, realizó una protesta
                      formal oponiéndose enérgicamente a esa decisión, retirándose del Campeonato de Suecia por equipos…
                      motivo por el cual también fue sancionado por un año,
                      sanción que se extendió a todos sus integrantes, que no
                      pudieron participar en torneos oficiales a lo largo de ese
                      tiempo. Esta
                      situación representó un duro golpe para Stoltz, que estuvo un
                      año casi inactivo, pero jugó con gran fuerza en las
                      competiciones (no oficiales) en las que participó, como
                      su triunfo en la Copa Collijn o
                      su 2º puesto en un torneo relámpago organizado por su
                      club en el que se contó con un invitado de honor de
                      verdadera importancia: el joven Paul
                      Keres, que logró 10 puntos en 11 partidas, aventajando en
                      2'5 puntos a Stoltz.
                       
                                 El
                      prometedor y talentoso joven que tan buenos augurios generó,
                      se estaba diluyendo ante las dificultades que aparecían en
                      su camino. Stoltz se vio claramente superado por Stahlberg
                      y más adelante también sería desplazado por Erik Lundin
                      y otros jóvenes jugadores suecos. El ajedrez es
                      un deporte que no tiene memoria, que vive del presente,
                      por lo que Stoltz empezó a recibir menos invitaciones de
                      torneos. Y los problemas no suelen venir solos, en los últimos años Stoltz estaba
                      realizando un interminable servició militar que, debido a
                      las constantes prórrogas que solicitaba para poder
                      participar en torneos (alguna pedida incluso al principio
                      del servicio, que se remontaba varios años atrás), parecía no
                      tener fin. De este modo en 1937, con 33 años, aún le
                      quedaban 46 días de servicio por cumplir. Ese año las
                      autoridades, cansadas de la situación, decidieron
                      denegarle una nueva prórroga... lo que le levantó una
                      gran polémica, la cual hizo que la situación se
                      recondujese y le terminaran concediendo una última
                      prórroga de 15 días de duración. Nada parecía cuadrar
                      en su vida y la gran promesa del ajedrez sueco corría el
                      riesgo de perderse en la intrincada senda que estaba
                      apareciendo ante él... y así fue realmente. 
                        
                      Gösta
                      Stoltz vs Ludek Pachman, Marienbad 1951 
                                
                      Los medios suecos se hicieron eco del
                      bajón de juego de Stoltz, viendo consternados como una de
                      las grandes figuras del mundo del ajedrez (a nivel
                      mundial) se había ido apagando hasta casi desaparecer.
                      Stoltz no recibía invitaciones del extranjero y su
                      situación económica había empeorado enormemente ya que
                      tampoco era contratado para visitar ninguna ciudad y
                      mostrar su juego. El efecto acción-reacción entró en
                      juego, la crisis económica de los años 30 pasó factura
                      y Stoltz tuvo que regresar al taller de automóviles para
                      poder subsistir, lo que le obligó a descuidar su
                      preparación, lo que a su vez afectó a su rendimiento en
                      el tablero, aspecto que le hizo cambiar hacia un estilo
                      más conservador que realmente no cuajó. Sin
                      embargo, los rescoldos de su creatividad aún
                      permanecieron encendidos, tibios, hasta el fin de sus
                      días, lo que en los siguiente años le permitió jugar
                      alguna partida que recordaba a los fogonazos mostrados
                      durante su juventud: 
                      
                                
                      La
                      vida se había convertido en un pesado fardo sobre su espalda y el maestro
                      sueco buscó un peligroso refugio en el alcohol, tal y
                      como está documentado por el testimonio de varios de sus
                      compañeros de tablero, como Najdorf o Stahlberg. Desde
                      ese momento no fue el mismo, el abuso del alcohol convirtió
                      su carrera en una sucesión de luces y sombras, alternando
                      periodos de lucidez en los que conseguía rendir al más
                      alto nivel, con otros más oscuros en los que su juego no
                      estaba a la altura de las circunstancias, una lacra que
                      comenzó a consumirle y que afectó
                      de forma terrible a su vida. De hecho, su
                      salud no era la mejor desde hacía tiempo: en 1932 tuvo
                      que ser hospitalizado por una grave intoxicación por
                      nicotina, lo que le impidió competir con normalidad
                      durante ese año. 
                       
                        
                                 Aunque
                      las cosas siempre pueden ir a peor: como un eco lejano, en
                      el horizonte se empezó a vislumbrar un conflicto bélico
                      que no tardó demasiado en llegar: la II Guerra Mundial.
                      Suecia se mantuvo neutral a lo largo de toda la contienda,
                      pero sufrió el rigor de la guerra desde su inicio,
                      comenzando una recesión que dificultó la vida de sus
                      ciudadanos.  El ajedrez sueco, como es bien
                      conocido, también se mostró neutral ante la guerra (de
                      hecho envió a sus jugadores a torneos disputados en
                      territorio nazi), aunque se intentó utilizar el ajedrez
                      para dulcificar la complicada vida de la población. De
                      este modo, se inició un movimiento, impulsado desde los
                      clubes, para popularizar el ajedrez; para ello se
                      adquirieron multitud de juegos de ajedrez, se organizaron
                      competiciones a todos los niveles, se ofrecieron clases
                      económicas y, sobre todo, se dio gran importancia a
                      enseñar el ajedrez desde cero.  
                                
                      Curiosamente, la Guerra trajo consigo a Rudolf Spielmann, que se
                      refugió en Suecia huyendo de la persecución de los
                      nazis. Sus recuerdos del país eran excelentes y su
                      condición neutral le empujó a encaminar sus pasos hacia
                      tierras suecas... tierras donde vería el final de sus
                      días, ya que falleció en 1942 sin volver a abandonar
                      nunca sus fronteras. En el siguiente enlace pueden
                      conocer en detalle la vida de Spielmann durante sus
                      últimos años en Suecia: Buscando
                      refugio en Suecia. El ocaso de una vida.  
                        
                      Gösta
                      Stoltz 
                                
                      Como país neutral, la guerra se vivió de forma
                      totalmente distinta en el ajedrez sueco, que pudo seguir
                      marcando su propio paso,
                      aunque no al mismo ritmo. De este modo, se siguieron organizando
                      campeonatos nacionales y locales, así como algún
                      torneo, como el organizado por el Club Wasa en Estocolmo
                      en 1943, un evento que levantó un gran revuelo en el
                      país siendo seguido por prensa y radio y contando con un
                      récord de asistencia en la sala de juego: 1.200 espectadores. En principio se
                      intentó contar con Paul Keres, pero el estoniano no pudo
                      viajar por lo que el torneo terminó siendo de carácter nacional: Torneo
                      de Estocolmo 1943. Al evento asistió el
                      presidente de la Federación de ajedrez de Finlandia, que
                      comentó que el ajedrez se estaba volviendo muy popular
                      entre los heridos e inválidos de la Guerra, aliviando los
                      padecimientos de muchas personas. Qué
                      distintas eran las cosas en este país: sus dos mejores
                      ajedrecistas, Osmo Kaila y Eero Einar Böök, se encontraban
                      combatiendo en el frente, por fortuna ambos lograron
                      sobrevivir.  
                               
                      Stoltz, al igual que la mayoría de ajedrecistas, entró
                      en una casi total inactividad. Sin embargo, el destino
                      quiso darle una nueva oportunidad: en Alemania se quería
                      reactivar el ajedrez y para ello se puso en marcha un gran
                      torneo en Múnich durante el final del verano de 1941;
                      Suecia, como país neutral, recibió dos invitaciones que
                      fueron a parar a Lundin y Stoltz. Realmente en esta ocasión
                      tuvo fortuna, Stahlberg se había refugiado en Argentina
                      para huir de la guerra, tal vez si hubiese residido en
                      Suecia habría recibido una de las dos codiciadas
                      invitaciones. El torneo cobró gran importancia por la
                      presencia del campeón del mundo, Alexander Alekhine,
                      aunque el lógico boicot de los países aliados mermó la
                      participación. Stoltz acudió a Alemania con un ánimo
                      distinto, en sus últimas apariciones había desplegado un
                      juego falto de energía, casi indolente, pero tal vez
                      percibió que se enfrentaba a su última oportunidad y se
                      mostró ambicioso desde el principio, encadenando un
                      victoria tras otra que se transformaron en un holgado
                      triunfo en el que aventajó en 1,5 puntos a sus más
                      inmediatos perseguidores: Alekhine y Lundin. Bogoljubow,
                      otrora improvisado maestro de Stoltz, finalizó en cuarto
                      lugar a 2,5 puntos del ganador: Munich
                1941. 
                        
                      Stoltz
                vs Alekhine, Muhich 1941. La partida finalizó en tablas 
                      
                      
                               
                      El triunfo en Múnich fue su logro más vistoso, aunque no
                      su actuación más brillante: ni la participación fue muy
                      destacada ni la época es demasiado representativa,
                      durante la guerra los ajedrecistas descuidaron su
                      preparación preocupados por sobrevivir, el propio Stoltz
                      reconoció que no acudió a Múnich adecuadamente
                      preparado. En esas condiciones, retomó su estilo más
                      arriesgado y logró triunfar en unas circunstancias
                      difíciles. En Suecia se vivió esta victoria de manera
                      totalmente desproporcionada; tras convertirse en un
                      personaje denostado y olvidado, Stoltz pasó a ser un
                      auténtico héroe nacional, circunstancia que se había reforzado por su brillante
                      triunfo en el torneo nacional de Estocolmo: ver
                      tabla.
                      En los medios del país se empezó a especular con un
                      posible asalto a la corona mundial de Alekhine… esto no
                      era más que un sueño precipitado y desmedido, Stoltz
                      estaba en clara decadencia y sus flojas actuaciones en
                      Salzburgo (donde finalizó último con solo 3 puntos en 10
                      partidas) y Múnich así lo confirmaron. Realmente peleó
                      con toda su energía para aprovechar esta segunda
                      oportunidad, jugó de forma incisiva, como en sus inicios,
                      tomó riesgos y logró muchas posiciones prometedoras que
                      no consiguió rematar. Simplemente la persona que había
                      detrás del ajedrecista ya no era la misma, su fuerza se
                      había debilitado y esto repercutió en sus partidas. La
                      prensa, que un año atrás le ensalzaba, le criticó con
                      dureza tras su rendimiento en Múnich y su pobre resultado
                      en el Campeonato de Estocolmo, en el que fue superado por
                      varios jugadores de segundo nivel. 
                                
                      En 1946, haciendo acopio de
                      todas sus fuerzas, intentó un último asalto a los
                      torneos europeos ya que parecía que su actuación en
                      Munich todavía no había sido olvidada y recibió varias
                      invitaciones interesantes. Y en esta ocasión Stoltz
                      estuvo a la altura de las circunstancias teniendo
                      actuaciones realmente meritorias como sus segundos puestos
                      en Wijk aan Zee o el  Memorial
                      Treybal, demostrando que su
                      talento todavía conseguía aflorar del lugar donde se
                      encontraba en estado de letargo. Sin embargo, también
                      tuvo auténticos borrones en su historial impropios de un
                      jugador de su talla, como el último puesto que ocupó en
                      los campeonatos de Suecia de 1944 y 1946.  
                                
                      Resulta interesante detenerse en otro acto ajedrecístico
                      puesto en marcha en Suecia en 1946: un mastodóntico
                      encuentro a 250 tableros organizado por la Asociación de
                      ajedrez de Estocolmo y el diario Stockholms Tidningen. Con
                      la sala de juego ubicada en un lugar preferencial, el
                      Salón Azul del Ayuntamiento, no fue sencillo poner en
                      marcha el encuentro, ya que hubo que solicitar relojes de
                      ajedrez a distintas localidades, ya que no se contaba con
                      250 en Estocolmo. Ni más ni menos que 8.000 piezas se
                      pusieron en juego, realizando 12.001 movimientos durante
                      un total de 2.500 horas y media de tiempo de reflexión
                      total. Se situó un enorme termómetro con una columna
                      roja (Norte) y una azul (Sur) que iba variando según se
                      sumasen los puntos, de este modo todos los asistentes
                      podían tener claro el resultado en tiempo real. El
                      evento, presidido por Folke Rogard (presidente de la
                      Asociación de ajedrez de Estocolmo) y el redactor jefe
                      Brilioth, fue un rotundo éxito, siendo el resultado
                      final: Norte 128'5 - Sur 121'5. Como datos curiosos: el
                      participante más veterano fue W. Wallin con 70 años (que
                      derrotó a su rival 50 años más joven), el más joven
                      fue B. Häggavist, de 16 años, y sólo participó una
                      mujer, Gunhild Eklund, en la mesa 241. Gösta Stoltz
                      (jugó en el equipo Norte), motivado en semejante
                      ambiente, jugó una gran partida táctica que recibió el
                      premio de belleza: 
                      
                                
                      A partir de aquí la historia de Stoltz pierde
                      definitivamente la fuerza
                      de su comienzo, convirtiendo su paso por el mundo del
                      ajedrez en un camino lleno de irregularidad con sólo
                      algunos destellos aislados. Su trayectoria quedaría marcada de forma indeleble por sus
                      participaciones en los torneos Interzonales de 1948 y
                      1952, grandes oportunidades de volver a brillar que
                      fueron desaprovechadas con actuaciones realmente flojas...
                      y con la sombra de sus problemas con el alcohol demasiado
                      presentes y demasiado a la vista, por lo que las
                      invitaciones a torneos internacionales desaparecieron de
                      forma definitiva. 
                        
                      Vassily
                      Smyslov (dhca) vs Gösta Stoltz, año 1951 
                      Además,
                      el
                      deterioro de su salud era más que evidente, viviendo una
                      vida que empezaba a estar marcada por la decadencia hasta
                      el punto de llegar a jugar partidas con claros signos de
                      embriaguez. Su última gran actuación tuvo lugar en el Zonal de  Marianske Lazne
                      (1951), torneo
                      clasificatorio para los Interzonales, antesala del Torneo
                      de Candidatos, donde consiguió finalizar en una
                      excepcional tercera plaza. Sin embargo, el Interzonal de
                      Saltsjobaden (1952) supuso un esfuerzo excesivo para sus
                      mermadas fuerzas y se tuvo que conformar con la 16ª
                      posición, viendo como los soviéticos copaban los cinco
                      primeros lugares. Tras este postrer intento de brillar en
                      la élite, fue incapaz de retomar el control de su carrera
                      y solo participó en torneos dentro de las fronteras
                      suecas, sin demasiado éxito y cada vez de forma más
                      esporádica. De todos modos, aún pudo disfrutar de buenos
                      momentos, como volver a compartir tablero con Jacques Mieses
                      durante la visita de éste a Suecia en 1948 cuando ya
                      tenía 83 años, una historia que merece una parada (y
                      fonda) para
                      conocerla: La
                      visita de Jacques Mieses a Suecia.
                      El trabajo de los organizadores suecos siempre fue
                      encomiable en el sentido de atraer a disintas figuras hasta
                      sus fronteras, como ocurrió con Svetozar Gligoric en
                      1950: el maestro yugoslavo había llegado a Estocolmo para
                      negociar con Folke Rogard, presidente de la FIDE, unas
                      mejores condiciones para los jugadores de su país, lo que
                      se aprovechó para organizar un torneo  blitz en el que
                      estuvo presente Stoltz y que tuvo una gran repercusión en
                      la ciudad: Torneo
                      de Estocolmo 1950.
                      También en 1950 se organizó un bonito ajedrez viviente
                      en el municipio de Solna, utilizando el estadio de futbol
                      Rasunda, en el que Stoltz fue uno de los grandes
                      protagonistas:  Ajedrez viviente en
                      Solna.
                       
                      En
                      1950 decidió cambiar de club, pasando a jugar para el
                      club Sass tras muchos años enrolado en las filas del
                      Wasa. Stoltz tuvo una larga carrera y siempre fue bien
                      valorado entre las fronteras de su país, por lo que fue
                      convocado en numerosas ocasiones por la selección sueca,
                      también representando a Estocolmo o al club Wasa en
                      multitud de encuentros. A continuación pueden conocer las
                      andanzas de Stoltz en el Club Wasa y un resumen de sus
                      participaciones en encuentros por equipos, en los que
                      siempre mostró un gran rendimiento, perdiendo muy pocas
                      partidas: 
                      
                       Curiosamente,
                      en esa época consiguió un triunfo que se le había
                      resistido con tenacidad a lo largo de toda su trayectoria:
                      el Campeonato de Suecia. Stoltz había sido subcampeón
                      sueco en varias ocasiones (1927, 1931, 1933 y 1945),
                      siempre rozando el título con los dedos. En 1951 jugó
                      con brillantez las semifinales, lo que le permitió
                      disputar la final frente a Inge Johansson, que había
                      triunfado en la otra semifinal. Stoltz no dio opción a su
                      rival y logró la victoria por 3-1, consiguiendo una
                      corona que llevaba toda una vida persiguiendo:
                      Cto.
                      de Suecia 1951.
                      Liberado,
                      repitió título en 1952 y 1953, el primero de ellos tras
                      un match de
                      desempate ante Olof Kinmark, al que derrotó por 3,5-0,5 (Cto.
                      de Suecia 1952),
                      y el segundo al derrotar en un largo encuentro a Zandor
                      Nilsson por 6-4.
                       
                        
                      Gösta
                      Stolz vs Broberger, año 1959
                       
                      Stoltz
                      se retiró del mundo del ajedrez en 1956, aunque siguió
                      colaborando con alguna revista publicando sobre todo
                      análisis de partidas. Sólo dos años más tarde
                      regresaría a los tableros ya que no quiso dejar pasar la
                      oportunidad de competir de nuevo contra Salomon Flohr y
                      Paul Keres en el torneo de Göteborg, jugadores que
                      pasaron unas semanas en el país. 
                      Stoltz
                      siguió participando en torneos hasta su fallecimiento,
                      aunque más por el placer de jugar que por la competición
                      en sí misma.  En 1963 sufrió el rigor de una larga
                      enfermedad que le fue consumiendo hasta su fallecimiento en el verano de 1963. Tras su muerte se abrió una cuenta
                      para recaudar fondos, en la que la Federación Sueca aportó
                      una importante suma, ya que su madre, que dependía de Gösta
                      para poder subsistir, se encontraba en graves apuros
                      financieros.
                      
                       
                       
                      En reconocimiento a su trayectoria, en 1950
                      le fue concedido el título de Maestro Internacional y
                      tras revisar más escrupulosamente sus resultados, recibió
                      el título de Gran Maestro en 1954 durante el Congreso de
                      la FIDE organizado a la par que la Olimpiada... en esa
                      Olimpiada Stoltz sufrió un Paratifus, por lo que tuvo que
                      ser hospitalizado pudiendo jugar sólo 2 partidas durante
                      todo el torneo. Además, durante el campeonato de Suecia
                      de 1957 fue nombrado miembro honorario de la Federación
                      de Suecia de Ajedrez, honor que también recayó en Gustaf
                      Collijn. A continuación pueden ver su palmarés completo
                      (al menos lo que se publicó en Suecia) y 103 partidas
                      jugadas en Suecia que no aparecen en las bases habituales
                      de Stoltz: 
                      
                        
                          
                            
                              
                                
                                  
                                    | 
                                       106
                                      partidas de Stoltz jugadas en Suecia  | 
                                    
                                        
  | 
                                   
                                  
                                    | 
                                       Palmarés
                                      de Gösta Stoltz  | 
                                    
                                        
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                      El
                      juego que desplegó durante el comienzo de la década de
                      los treinta situó a Stoltz en la vanguardia de los
                      maestros europeos. Fue el mosquetero más habilidoso, el
                      que dio las estocadas más brillantes, demostrando desde
                      su aparición en el mundo del ajedrez que haría temblar
                      los tableros con sus jugadas. Sin embargo, Gösta Stoltz
                      vio como su prometedora carrera se truncaba por culpa de
                      un silencioso enemigo al que fue incapaz de abatir y por
                      una vida que no supo afrontar. Entre los vapores del
                      alcohol las combinaciones, cada vez más difusas, fueron
                      desapareciendo al mismo tiempo que el jugador de ajedrez
                      se desvanecía de forma gradual e imparable. Por su
                      originalidad en el tablero se le puede encuadrar dentro
                      del selecto grupo de maestros que parecen tocados por la
                      varita de la genialidad, por lo que sus partidas están
                      destinadas a sobrevivir al paso del tiempo perpetuando su
                      nombre en la milenaria historia del ajedrez.
                       
                      
                        Javier
                        Cordero Fernández 
                        (16
                        Marzo 2024)
                    
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