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El ajedrecista de Torres Quevedo

( Autor : Javier Cordero Fernández - © Ajedrez de ataque )

         Estamos ante el primer autómata real, con un funcionamiento claramente explicado y un resultado intachable, dejando atrás los fraudes que sólo buscaban engañar a impresionables aficionados. Leonardo Torres Quevedo creó, en 1912, un ajedrecista capaz de jugar finales torre y rey contra rey sin cometer errores. Su invento fue una autentica revolución y causó un gran revuelo entre la comunidad científica... y la ajedrecística.

         Leonardo Torres Quevedo nació el 28 de Diciembre de 1852, en Santa Cruz de Iguña (Cantabria). El calificativo de GENIO se ajusta como un guante a la persona de este inventor español, cuya carrera se prolongó durante 50 años, comenzando en 1893 cuando presentó su primer invento: una máquina para resolver ecuaciones. Tras esto, su mente, que se mostró fértil y brillante, no cesó de crear nuevos inventos, en un trabajo que fue reconocido en España y más allá de sus fronteras. 

         El destino de Leonardo parecía muy alejado de los inventos y la ciencia, ya que se licenció como Ingeniero de caminos. Apenas llegó a ejercer en la profesión para la que se formó, ya que recibió una herencia que le permitió olvidarse de los problemas económicos para el resto de su vida, lo que le permitió dedicarse a su verdadera pasión: la investigación. El éxito siempre fue su fiel compañero y cada empresa que emprendió llegó a buen puerto. Enumerar todos los honores, condecoraciones y nombramientos que recibió a lo largo de su vida harían este artículo excesivamente largo, por lo que nos centraremos en conocer sus inventos más destacados:

  • El transbordador, una especie de funicular para el transporte de personas destinado a trayectos donde no hubiese que superar grandes pendientes.

  • La máquina algebraica, que resolvía ecuaciones algebraicas, como polinomios o ecuaciones de logaritmos.

  • Los dirigibles. Evidentemente, no fue Torres Quevedo quien inventó los dirigibles, sin embargo con sus ideas revolucionarias logró que estos artefactos fuesen mucho más estables y seguros. Torres Quevedo creó un armazón ligero que se colocaba en su interior y que les daba una gran estabilidad. Esta innovación gozó de un gran éxito.

  • El telekino, tal vez su invento más sobresaliente. Este aparato estaba destinado a manejar dirigibles o barcos desde la distancia, como si de un mando a distancia se tratase. La pretensión de Torres Quevedo era que estas embarcaciones no necesitasen tripulación, con la idea de evitar muertes en posibles accidentes. Estamos ante el primer artefacto teledirigido que existió en el mundo. Las órdenes se transmitían a través de ondas herzianas, por lo que no se necesitaba ningún tipo de cable que uniese la embarcación con el telekino.

  • El aritmómetro electromecánico, maquina capaz de resolver cualquier tipo de ecuación, por muy complicada que fuese.

  • Varios autómatas, entre los que se encuentra su famoso ajedrecista que vamos a tratar a continuación:

El ajedrecista

         Torres Quevedo creó dos máquinas ajedrecistas a lo largo de su vida. En 1912 dio vida a su primera versión, que pretendía ser un modelo experimental y que tuvo un rotundo éxito cuando fue presentado en París en 1914. En 1919 creó su segundo ajedrecista, que en realidad fue fabricado por su hijo Gonzalo bajo la dirección de Leonardo. Ésta última es la que se conserva en el Museo Torres Quevedo de Madrid, junto a casi todos sus inventos. Por cierto, el mencionado Gonzalo (Torres Polanco) fue un destacado ajedrecista madrileño que participó en multitud de torneos en la capital llegando a alcanzar la 1ª categoría.

         El ajedrecista de Torres Quevedo sólo jugaba finales de torre y rey contra rey, pero lo hacía con una exactitud total, sin el más mínimo error. Torres Quevedo había 'programado' la mejor respuesta a cada jugada que se pudiera dar en este tipo de final, por lo que el comportamiento del autómata, como no puede ser de otra forma, estaba preparado de antemano. El movimiento físico de las piezas blancas (que era el bando que conducía el autómata y que constaba de torre y rey) estaba basado en un complicado mecanismo compuesto de ejes, tambores, trenes epicicloidales y lanzaderas. La primera versión tenía una especie de brazos articulados que movían las piezas, pero la segunda funcionaba a través de unos electroimanes situados debajo del tablero, por lo que las piezas daban la impresión de moverse solas, lo que causaba un gran impacto en el público que observaba. Además, la máquina disponía de una bombilla que se iluminaba cada vez que había un jaque y otra que se iluminaba cada vez que se realizaba una jugada ilegal... a la tercera jugada ilegal el autómata se apagaba y dejaba de funcionar.

Exhibición del autómata

        El segundo ajedrecista fue presentado el 30 de Enero de 1919, en Madrid, en medio de una gran expectación. Al acto acudieron multitud de ajedrecistas, entre los que destacan los nombres de Luis Talavera, Abelardo Bretón, Emilio Betancourt o el Marqués de Casa Alta, que fueron probando, sin error alguno, el funcionamiento de este rival sin corazón ni alma. La exhibición fue un rotundo éxito.

        El mundo contempló con asombro el primer autómata que jugaba al ajedrez de forma real sin que un ajedrecista se escondiese disimuladamente en su interior. Su fama creció dentro de la comunidad ajedrecística, no en vano era una máquina perfectamente diseñada que no cometía ni un sólo error y siempre obtenía la victoria. Para la tecnología que existía en la época, el autómata de Torres Quevedo es casi arte de magia, un producto de la imaginación de un personaje genial que triunfó donde muchos otros habían fracasado (ya que varios inventores habían intentado crear algo similar sin éxito)

         Si alguno de vosotros siente curiosidad por conocer los mecanismos del autómata, aquí tenéis un esquema (el que comprenda algo tendrá todo mi respeto): Plano del ajedrecista.

Javier Cordero Fernández

(3 Marzo 2013)

Xavielly Tartakower (foto de la izquierda) probando el autómata

Sello conmemorativo de Torres Quevedo y su ajedrecista


BIBLIOGRAFÍA

"Leonardo Torres Quevedo" - Francisco González de Posada


 

 

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