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                        Los jugadores de ajedrez suelen ser más agresivos en su
                        juego durante su juventud. Más adelante, cuando las
                        fuerzas les van abandonando, el ímpetu disminuye y el
                        juego se vuelve más tranquilo y reposado. Sin embargo,
                        si uno echa un vistazo a las partidas de Tigran
                        Petrosian, se dará cuenta de que incluso durante su
                        adolescencia ya jugaba de un modo contenido, siempre
                        preocupado por tener una posición sólida y armónica
                        donde no correr demasiados riesgos. 
                          
                        Tigran
                        Petrosian en 1946. Tenía sólo 17 años 
                                  
                        Esta partida es muy ilustrativa a este respecto y
                        muestra la forma en que Petrosian creaba belleza en el
                        tablero. La entrega de pieza que realiza no busca
                        destrozar el enroque, ni preparar un ataque inminente,
                        simplemente crea una falange perfecta de peones, una
                        masa que amenaza con destruir todo lo que encuentre a su
                        paso. Estamos ante toda una lección de ajedrez
                        posicional, con un sacrificio que tal vez no represente
                        el ajedrez táctico más bello, pero si resulta
                        sumamente interesante.  |