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                 Akiba
                Rubinstein, la precisión polaca 
                  
                (
                Autor : Javier Cordero Fernández -
                © Ajedrez de
                ataque ) 
                
                  
                    
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                        Akiba Kivelevich Rubinstein nació el 12 de Diciembre de
                        1882, en Stawiski (Polonia). Falleció el 14 de Marzo de
                        1961, en Amberes (Bélgica). 
                                  
                        Rubinstein era el menor de 12 hermanos, extensa familia,
                        pero de condición humilde. Su padre falleció antes de
                        su nacimiento, por lo que sus abuelos se hicieron cargo
                        de su educación, los cuales decidieron darle una
                        formación judía ortodoxa cuyo fin era que fuese
                        rabino... el destino le depararía un camino muy
                        distinto, acercándole a un mundo infinito de
                        combinaciones y jugadas precisas. 
                                  
                        Rubinstein no conoció el ajedrez hasta los 15 años, al
                        contrario que la mayoría de maestros y aficionados, que
                        suelen hacerlo durante la niñez. Su primera toma de
                        contacto tuvo lugar a través de un libro de ajedrez
                        escrito en hebreo (única lengua que conocía) y lo que
                        encontró entre sus páginas le fascinó de tal modo que
                        decidió abandonar sus estudios religiosos para
                        dedicarse en cuerpo y alma a todo lo relacionado con un
                        tablero de ajedrez. A pesar de su falta de
                        conocimientos, logró aprender con rapidez gracias a su
                        prodigiosa memoria: en pocos meses era capaz de
                        reproducir todas las partidas del libro de memoria y
                        además conseguía recordar la mayoría de partidas de
                        sus dos ídolos, Morphy y Anderssen. Con apenas 20 años
                        decidió instalarse en Lodz, donde pudo entrar en
                        contacto con otros ajedrecistas a través del club de la
                        ciudad, al que pertenecía el reputado maestro Georg
                        Salwe. Tras estos comienzos poco ortodoxos, Rubinstein
                        comenzó una progresión rápida y constante, confirmada
                        con un buen resultado logrado en un match ante Salwe,
                        jugador que poco tiempo atrás le daba una torre de
                        ventaja y con el que consiguió empatar (+5 -5 =0), ante
                        el asombro de todos sus compañeros de club. 
                                  
                        En 1905 consiguió derrotar a Salwe en un nuevo
                        encuentro (+5 -3 =2), resultado por el cual le fue
                        concedido el título de Maestro. Sólo un año después
                        comenzó a competir en torneos internacionales, logrando
                        unos resultados más que aceptables. 1907 fue el año de
                        su explosión, tras un ascenso vertiginoso Rubisntein
                        consiguió auparse al primer puesto en torneos de gran
                        importancia, como Ostende y Carlsbad. Aunque ninguno de
                        estos logros se puede comparar a lo que consiguió en el
                        año 1912, en el que mostró la plenitud de su juego
                        venciendo en los 5 torneos en que participó (Ver
                        Palmarés).
                        Pero Rubinstein no sólo obtenía buenos resultados, lo
                        hacía desplegando un juego exquisito dotado de una gran
                        profundidad posicional. Además, cuando la posición lo
                        requería, podía ser agresivo e idear brillantes
                        ataques que fueron galardonados con numerosos premios de
                        belleza. Su estilo estaba marcado por la precisión,
                        como la maquinaria de un reloj, llegando a acercarse a
                        la perfección técnica en alguna de sus partidas. La
                        opinión de Capablanca sobre la partida Rubinstein-Schlechter
                         resulta esclarecedora: "Pocas
                        partidas me han impresionado tanto. Para mí es una obra
                        maestra, completa, un monumento de grandiosa precisión.
                        Por sí sola sirve para demostrar como debe jugarse al
                        ajedrez".  | 
                     
                   
                 
                 
                 
                  
                    
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                        Los resultados, que estaban siendo sobresalientes,
                        unidos al gran juego desplegado, hacían de Rubinstein
                        el candidato ideal para retar al campeón del mundo
                        Emanuel Lasker. Lamentablemente las negociaciones no
                        llegaron a buen puerto, ya que las exigencias económicas
                        del campeón fueron infranqueables. El sistema ideado
                        para optar al campeonato del mundo no era demasiado
                        justo: el campeón tenía derecho a ejercer de déspota
                        autoritario pudiendo exigir altas sumas de dinero, para
                        finalmente escoger el rival que más le convenía. Esto
                        se aleja de cualquier tipo de justicia deportiva, ya que
                        no se premiaba el juego de los maestros, sino su
                        capacidad para reunir grandes sumas de dinero. Grandes
                        jugadores no llegaron a tener ni siquiera una
                        oportunidad al no contar con un patrocinador o mecenas.
                        El caso de Rubinstein resulta extremadamente injusto, ya
                        que su nivel de juego antes de la guerra estaba a una
                        altura inalcanzable para el resto de sus rivales. 
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                          Es importante no olvidar otro detalle:
                        Rubinstein tenía una gran capacidad para disputar
                        matches largos, terreno en el que otros grandes 
                        jugadores, como Blackburne, Marshall o Janowski, habían
                        fracasado, lo que le daba aun más posibilidades de
                        poder aspirar a la corona de Lasker. La explicación es
                        sencilla, Rubisntein se encontraba dentro del
                        privilegiado grupo de jugadores con estilo universal,
                        dominaba todas las fases del juego, lo que le convertía
                        en un jugador muy sólido. De hecho, Rubinstein ganó
                        todos los matches que disputó en su vida (salvo el que
                        empató con Salwe durante su juventud). Es posible que
                        no exista otro caso similar en la historia del ajedrez. 
                                  
                        La vida de Rubinstein giraba en torno al ajedrez:
                        dedicaba 6 horas al día al estudio de la teoría y lo
                        hacía durante 300 días al año, otros 60 días los
                        dedicaba a jugar torneos y los últimos 5 eran
                        utilizados para descansar... este es el balance que él
                        mismo hizo. 
                                  
                        Finalmente, tras largas negociaciones, logró llegar a
                        un acuerdo con el Doctor Lasker y se concertó un match
                        por el campeonato del mundo para el año 1914... pero la
                        oscuridad se cernió sobre Europa en forma de Guerra de
                        Mundial y el encuentro tuvo que ser suspendido. La
                        guerra resultó traumática para Rubinstein, sometido a
                        grandes privaciones, su sistema nervioso, ya de por sí
                        frágil, se vio afectado y su salud mental quedó
                        seriamente dañada. Como es natural, su juego, al igual
                        que su vida, se resintió y nunca llegó a alcanzar el
                        nivel mostrado antes de la guerra. Aun así demostró su
                        grandeza sumando varios torneos más a su palmarés,
                        aunque sus resultados estuvieron marcados por una
                        manifiesta irregularidad. Rubinstein comprendió que tenía
                        que hacerse a un lado y resignarse a que otros
                        aspirantes (Capablanca y Alekhine) luchasen por el cetro
                        mundial. El siempre genial Tartakower plasmó esta
                        realidad en una de sus legendarias frases: "El
                        juego de Rubinstein ganó en profundidad, pero su
                        pensamiento se oscureció". 
                                  
                        Los problemas de su sistema nervioso empeoraron con el
                        paso del tiempo y Rubinstein empezó a padecer manías
                        persecutorias (se sentía rodeado de amenazas y peligros
                        imaginarios) y trastornos psíquicos, lo que le empujaba a
                        comportase de manera extraña cuando competía. En
                        ocasiones llegaba al límite de sus fuerzas durante una
                        partida, sintiéndose agotado por la tensión de sus
                        propios nervios. En semejante estado era incapaz de
                        rendir con normalidad, llegando a omitir un mate en dos
                        jugadas. También sufría espasmos nerviosos, por lo que
                        tomó la determinación de retirarse a un rincón de la
                        sala cada vez que realizaba un movimiento, con la
                        intención de no molestar a su rival, para una vez allí
                        comenzar a dar vueltas en círculo y a hablar solo en
                        voz baja. En semejantes condiciones, resultaba imposible
                        que Rubinstein pudiese competir con normalidad.  | 
                     
                   
                 
                 
                 
                  
                    
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                        Para comprender lo perjudicial de su enfermedad,
                        conozcamos la siguiente anécdota que le ocurrió en el
                        transcurso de un torneo: "Tras una partida
                        aplazada, Rubinstein se fue al comedor con un tablero de
                        bolsillo y se puso a analizar la partida mientras comía.
                        Cuando terminó de comer salió del comedor y se puso a
                        caminar por el hotel sin perder de vista el tablero con
                        la partida. De pronto se encontró con una puerta que
                        ponía COMEDOR, entró, se sentó y volvió a comer de
                        nuevo, sin recordar que lo acababa de hacer unos
                        instantes antes". 
                                  
                        Por motivos obvios, dejó de participar en torneos en
                        1932. Su salud mental siguió empeorando y tuvo que ser
                        ingresado en un sanatorio. Fue una época muy difícil
                        para el otrora genio del ajedrez, pasaba por constantes
                        altibajos, con épocas en que no necesitaba tratamiento
                        y otras donde volvía a ser ingresado urgentemente.  | 
                     
                   
                 
                  
                
                  
                    
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                        En ese fatídico año 1932, dos revistas ("Wiener
                        Schachzein- tung" y "British Chess Magazine")
                        recaudaron fondos destinados a aliviar su precaria
                        precaria situación económica. Esto era algo común en
                        la época, la mayoría de jugadores pasaban grandes
                        penurias económicas dedicados a una profesión
                        escasamente remunerada y sólo los que contaban con algún
                        tipo de mecenazgo podían sobrevivir con algo de
                        holgura. 
                                  
                        El paso del tiempo no trajo nuevas soluciones y los
                        problemas siguieron llamando a su puerta. Llegó la 2ª
                        Guerra Mundial y con ella la persecución al pueblo judío
                        por parte de los nazis. Rubinstein sufrió en primera
                        persona la barbarie sin sentido perpetrada por los
                        alemanes. Se puede decir que tuvo suerte, ya que estuvo
                        a punto de ser trasladado a Auschwitz, pero finalmente
                        se salvó de forma
                        milagrosa. Tras este suceso, logró
                        encontrar refugio en un sanatorio de Anvers y de este
                        modo consiguió huir del genocidio nazi. En esa época
                        conoció al jugador belga Alberic O'Kelly (campeón de Bélgica
                        en varias ocasiones), que le visitaba con asiduidad y
                        con el que se dedicaba a analizar aperturas y variantes,
                        por lo que pudo volver a disfrutar del ajedrez. También
                        jugaba al ajedrez con su hijo Sammy, que más tarde se
                        convertiría en campeón de Bélgica. 
                                  
                        Los problemas mentales de Rubinstein nunca se
                        solucionaron y su comportamiento fue volviéndose más
                        extravagante con el paso del tiempo. Su vida se limitaba
                        a estar confinado en su pequeña habitación del
                        sanatorio y a las partidas que disputaba en un café al
                        que era trasladado todos los días en una ambulancia. En
                        el café no le gustaba mirar a su oponente y se irritaba
                        mucho si éste se levantaba durante la partida, lo que
                        llevó a los enfermeros a colocar un espejo frente a la
                        mesa para que Rubinstein se tranquilizase al ver a
                        alguien, ya que probablemente ni se reconocía en la
                        imagen, sentado frente a él. Muchas de las largas
                        noches en el sanatorio las pasó analizando posiciones
                        en un pequeño tablero de bolsillo, el cual se convirtió
                        en la tabla de salvación que le mantuvo algo cuerdo
                        dentro de su locura. 
                                  
                        Como ya he comentado, resulta complicado etiquetar el
                        estilo de Rubinstein, aunque una pista fiable es
                        que fue seguidor de las ideas de Tarrasch. Era un
                        experto en el desarrollo de la apertura, pero donde se
                        mostraba intocable era en los finales, donde era un auténtico
                        virtuoso, sobre todo en los de torre. Aun siendo un
                        excepcional teórico, Rubinstein ganó una gran cantidad
                        de premios de belleza a lo largo de su carrera, lo que
                        es una prueba irrefutable de su talento táctico. 
                                  
                        Es difícil encontrar un jugador tan completo en la
                        historia del ajedrez y también alguien que haya
                        merecido más haber jugado un match por el campeonato
                        del mundo, pero el destino jugó en su contra y su vida
                        se torció como el tronco de un árbol abatido por un
                        rayo. 
                                  
                        Desde el año 1963 se juega un torneo en su memoria en
                        la ciudad polaca de Polanica Zdroj, donde cada verano se
                        dan cita algunos de los mejores GM del mundo para rendir
                        un merecido tributo al que fue uno de los grandes
                        ajedrecistas de la historia. (Memorial
                        Rubinstein). 
                                  
                        Sus estadísticas en partidas oficiales son: 348
                        victorias, 140 derrotas y 237 tablas; con un promedio de
                        64'3% (el promedio se saca de sumar victorias y tablas,
                        y dividirlo por las partidas totales). Ostenta el record
                        (en promedio) en el primer tablero de las Olimpiadas:
                        88'2%. 
                                  
                        Como siempre, para echar el telón, disfrutemos de unas
                        partidas, en este caso 5 joyas llenas de precisión que
                        bien podrían haber sido firmadas por un relojero suizo:
                         Javier
                        Cordero Fernández 
                        (27
                        Noviembre 2004)  | 
                     
                   
                 
                  
                
                  
                    
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                         Rubinstein
                        - Janowski,  Marienbad  1925 
                        Rubinstein
                        - Bogoljubow,  Viena  1922 
                        Shertnetzny
                        - Rubinstein,  Amberes  1931 
                        Rubinstein
                        - Duras,  Viena  1908 
                        Rubinstein
                        - Watts,  Southport  1924 
                       | 
                      
                         (VER) 
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                BIBLIOGRAFÍA 
                "Los
                grandes maestros del tablero" -
                Richard Reti 
                "Mis
                geniales predecesores I" - Gary
                Kasparov 
                "Enciclopedia
                de ajedrez" -
                Harry Golombek 
                "Siluetas
                del ajedrez ruso" -
                Gennadi Sosonko 
                "Larousse
                del ajedrez" 
                "Rubinstein
                (222 partidas)" 
                 
              
                          
                    
                          
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