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Recordando a Ignacio Vidau

( Autor : Miguel Ángel Nepomuceno - © Ajedrez de ataque )

Ha muerto el gran historiador del ajedrez Ignacio Vidau Cabal

En la mañana de hoy sábado ha fallecido en Gijón el que fuera uno de los mejores historiadores de ajedrez asturianos y uno de los más fuertes jugadores del Principado Ignacio Vidau Cabal.

Nacido en Oviedo en 1932, hijo un famoso pintor, Ignacio estudió la carrera de Derecho y trabajó durante cuarenta años como abogado del INS. Comenzó a jugar a una edad no muy temprana, casi con 16 años pero pronto destacó como un jugador reflexivo, pausado, de juego posicional pero sin rechazar las dificultades tácticas. Buen finalista y excelente jugador por correspondencia, Vidau militó en diversos clubs ovetenses siendo el Real Oviedo en el que más tiempo jugó y con el que obtuvo el título de Campeón de España por Equipos de E y D en 1969 en Toledo  junto a José Luis Fanjúl, Ángel Prieto, Joaquín Muñiz y quien esto escribe.

Aquejado desde hace once años por el Alzheimer, Vidau vivió los 25 últimos en Gijón retirado prácticamente del ajedrez activo, tomando parte en algún verano en torneos abiertos en Ibiza pero seguía fiel a sus tres pasiones, el ajedrez por correspondencia, donde obtuvo importantes éxitos, la música, era un melómano de pro y la historia del ajedrez donde ha dejado un importante legado en revistas especializadas, publicaciones para monitores y su gran biografía sobre Paul Morphy en la que llevaba trabajando treinta años.

Tuve el honor de conocerlo y compartir con él cuarenta años de mi vida, primero como compañero de club ya que ambos militábamos en Educación y Descnso de la capital del Principado y luego en el Real Oviedo, club en el que quedamos dos veces campeones de Asturias clasificándonos para la final de dicha prueba en Lanjaron y Barcelona.

Luego como amigos muy cercanos compartiendo numerosos proyectos ajedrecísticos, libros, cursos, torneos, exhibiciones. Fino jurista y gran conocedor de los entresijos del mundo del ajedrez Vidau escribió en numerosas revistas especializadas y publicó un librito para monitores titulado “Curso de Historia y Cultura Ajedrecística”. Llevaba trabajando en una monumental biografía de Paul Morphy desde 1980 y la tenía muy avanzada. Tuve la suerte de poder leer varios capítulos y proporcionarle material que el correspondió haciendo lo propio conmigo en mi obra sobre Lasker.

Son tantos los recuerdos que en estos instantes me vienen a la memoria que me es difícil mantener la distancia fría de periodista que da la noticia de un luctuoso acontecimiento sin sentir los fuertes lazos que durante décadas compartimos sobre un tablero o en la mesa de trabajo preparando estudios sobre historia del ajedrez.

Extremadamente educado, Ignacio era lo que se dice un gentleman del ajedrez. En los largos años de amistad jamás le vi enfadarse con nadie, lanzar opiniones despectivas o burlarse de ningún ajedrecista vivo o muerto. Siempre dispuesto a ayudar a los jóvenes o a los que comenzábamos a transitar por el proceloso mar de las competiciones, podía pasarse noches enteras analizando una posición con tal de ayudarte en esa partida que tenías aplazada o ansioso esperabas la respuesta de tu rival por correspondencia.

Sus conocimientos de historia del juego eran amplísimos y rigurosos y sus opiniones acerca de la esencia del ajedrez y sus principales exponentes así como sus teorías merecen figurar en una antología del juego.

Su vehemencia y firmes convicciones las podía defender, como buen jurista que era, durante horas delante de un tablero o en interminable conversación sobre la vida y milagros de Morphy, Alekhine, Lasker y cualquier jugador que tuviera algo que decir en la historia del juego. Gustaba adentrarse en los vericuetos de la música “degenerada” como buen outsider inconformista y militante. Sus teorías sobre el marxismo-leninismo y la primera internacional socialista causaron muchas horas de insomnio a destacados profesores de la Universidad de Oviedo. Tuve la suerte de presenciar y ser testigo de varias de ellas en las  tibias madrugadas ovetenses.

Recientemente había concluido una excelente biografía sobre Steinitz donde dejaba muy claro la enorme influencia del padre del posiconalismo sobre su verdugo y el “Praeceptor mundi” Tarrasch. Su publicación será un gran descubrimiento para quienes ignoraban que Ignacio Vidau era una autoridad en la evolución de los estilos del juego de los grandes maestros del tablero.

El Alzheimer le dio  hace una década un jaque casi mortal que le fue apartando del juego lentamente, pero su pasión por el ajedrez le hacía jugar opens, analizar posiciones y escribir horas interminables de ese gran innovador de Louisiana. “El orgullo y la pena del ajedrez”, como sus contemporáneos apodaron a Pablo Morphy tendrá en Ignacio Vidau su biógrafo de lujo español en esa obra monumental que es su testamento y legado.

Desde estas breves líneas quiero rendirle un emocionado recuerdo por los años en los que compartimos ideales, victorias y derrotas y sobre todo amor por este juego nuestro que necesita de hombres como él para que se conozca en su verdadera dimensión, con rigor, honestidad y entrega. Gracias amigo Ignacio por tu legado de honestidad y sobre todo por enseñarme que si nada nos puede salvar de la muerte al menos que el ajedrez nos salve de la vida.

Miguel Ángel Nepomuceno Salcedo

(24 Noviembre 2013)


Me permito completar el homenaje realizado por Miguel Ángel con dos partidas de Vidau, de este modo podremos conocer como pensaba ante un tablero, que si bien disfrutaba con el ajedrez posicional, no rehuía una batalla táctica. Ese es el privilegio de todo ajedrecista: poder ser recordado a través de sus partidas.

 

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