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                         Retrocedamos un siglo atrás en el tiempo. Una
                        época de caballeros, donde reinaban normas de
                        comportamiento regidas por el estricto código de honor.
                        Pero también era una época de profundas desigualdades
                        sociales, donde la pirámide social tenía su punto más
                        alto muy afilado (muy pocos acaparaban la mayor parte de
                        la riqueza). 
                                 
                        El protagonista de estas líneas perteneció a la parte
                        privilegiada de la sociedad desde su nacimiento. El
                        negocio familiar, relacionado con la banca, había sido
                        fundado más de un siglo atrás, aunque cuando fue
                        heredado por Albert y sus dos hermanos no vivía sus
                        mejores tiempos. De hecho la familia Rothschild había
                        sido muy poderosa, llegando a intervenir en las guerras
                        napoleónicas financiando a Napoleón... y a su enemigo,
                        Wellington. Habían conseguido extender sus redes a
                        otros países, como Italia o Francia, donde abrieron
                        sucursales de su lucrativo negocio... el dinero mueve el
                        mundo y es el mayor instrumento de poder. 
                                 
                        Albert era el hermano menor, pero aun así fue el
                        encargado de hacerse cargo del negocio familiar. Y
                        demostró un gran olfato para los negocios, consiguiendo
                        rehacer la fortuna y el nombre de la familia. Un negocio
                        tan próspero les permitió escalar en la enrevesada
                        alta sociedad, llegando a ser nombrados miembros de la
                        corte austriaca en 1887. 
                                 
                        Pero Albert no se limitó a amasar una fortuna y recibir
                        el reconocimiento de los cortesanos. Como gran amante
                        del arte que era, trató de apoyar y financiar proyectos
                        relacionados con la ciencia o con cualquier tipo de
                        disciplina artística, entre los que incluyó, y de
                        forma mayoritaria, el ajedrez. 
                                 
                        Albert Von Rothschild era un enamorado del ajedrez y lo
                        fue desde su niñez, hay constancia de que Wilhelm
                        Steinitz le dio clases durante aquella época. Debido a
                        sus compromisos empresariales no pudo dedicarse al
                        ajedrez profesionalmente, pero llegó a ser un fuerte
                        aficionado, algo que pueden comprobar en las siguientes
                        partidas: una publicada con anterioridad en 'Ajedrez de
                        ataque', Clerc-Rothschild,
                        y la que pueden ver a continuación: 
                        
                          
                            
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                                 Pollack
                                - Von Rothschild, Albert 
                                
                                Viena
                                1892 
                                1.e4
                                e5 2.Cc3 Cc6 3.g3 Cf6 4.Ag2 Ac5 5.Cge2 d6 6.h3
                                Ae6 7.0–0 Dd7 8.Rh2 h5 9.d3 0–0–0 10.Ag5
                                Ce7 11.f4 Cg4+ 12.hxg4 hxg4+ 13.Ah4 Cg6 14.f5
                                Cxh4 15.gxh4 De7 16.De1 Txh4+ 17.Rg3 Dg5 18.Th1
                                Th3+ 0–1 
                                  
                                Después
                                de 11.f4 
                                 
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                        Como jugador no pasó nunca de amateur, pero su nombre
                        estuvo asociado al ajedrez en múltiples ocasiones. Fue
                        patrocinador y organizador del fuerte torneo de Viena en
                        sus ediciones de 1873,
                        1882,
                        1898,
                        1903
                        y
                        1908.
                        También fue presidente del club de ajedrez de Viena (Wiener
                        Schachklub), una institución con más de 700 miembros,
                        que disponía de un edificio de dos plantas, con varias
                        salas de juego y su propio restaurante y empleados (algo
                        impensable en los tiempos actuales). Además se convirtió
                        en mecenas de algunos jugadores, siendo el más famoso Ignatz
                        Von Kolisch,
                        uno de los más fuertes ajedrecistas del siglo XIX, al
                        que sacó de la miseria e introdujo en el negocio de la
                        banca, lo que le dio fortuna y un puesto en la corte (de
                        ahí el cambio en su apellido de Kolisch a Von Kolisch),
                        para finalmente terminar abandonando al ajedrez para
                        dedicarse en exclusiva a sus negocios. 
                                 
                        Como ya he comentado, se embarcó en muchos otros
                        proyectos y se convirtió en un filántropo reconocido y
                        admirado. Fue mecenas de numerosos músicos y artistas
                        judíos, a los que ayudó económicamente en el
                        desarrollo de sus carreras. Financió la construcción
                        del observatorio astronómico de Viena, en
                        reconocimiento a este gesto un asteroide (el nº 719)
                        lleva su nombre: Albert. En 1892 financió la construcción
                        de un hospital en la capital austriaca, al que puso el
                        nombre de su esposa recientemente fallecida: Bettina. 
                                 
                        Eran tiempos de mecenas y filántropos, una auténtica
                        edad de oro para las bellas artes. Recordemos en este
                        punto que existen 6 bellas artes: arquitectura, pintura,
                        escultura, música, declamación (poesía) y danza; hoy
                        en día se considera al cine como el séptimo arte, algo
                        con lo que estoy totalmente de acuerdo. Viendo cómo el
                        ajedrez ha atraído a científicos, artistas y genios de
                        todas las épocas, no sería descabellado considerarlo
                        el octavo arte... echen un vistazo a las casi 2000
                        partidas publicadas en 'Ajedrez de ataque' y seguramente
                        muestren su conformidad a este nombramiento. Hay que
                        decir que en algunos sectores se reclama el octavo arte
                        para la fotografía y el noveno para el comic, aunque mi
                        opinión personal es que el ajedrez debería ir delante
                        de estas dos disciplinas, tanto por complicación como
                        por belleza. 
                                 
                        Von Rothschild fue uno más de los muchos personajes
                        importantes que fueron cautivados por el maravilloso
                        mundo del ajedrez, un mundo lleno de belleza, arte y
                        estrategia. 
                        Javier
                        Cordero Fernández 
                        (13
                        Mayo 2009)  |