| 
                                   
                        Bobby Fischer tuvo actuaciones espectaculares a lo
                        largo de su carrera, cuando estaba inspirado resultaba
                        imposible poder derrotarle. Lo que logró en Herceg Novi
                        es simplemente irrepetible, y no olviden que el ritmo
                        blitz le añade todavía más dificultad. Fischer se
                        llevó el triunfo final con una puntuación estratosférica:
                        19 puntos en 22 partidas, con 17 triunfos, 4 tablas y
                        una sola derrota. El único capaz de derrotarle fue
                        Korchnoi, pero Fischer, herido en su orgullo, se tomó
                        cumplida venganza en la partida que pueden ver arriba.
                        En dicha partida Fischer fue el que más arriesgó,
                        desmontando su enroque para tener espacio para
                        maniobrar. Tras situar adecuadamente sus piezas, lanzó
                        un fuerte ataque y remató la partida con gran
                        brillantez. 
                                   
                        Fischer dejó en la cuneta a rivales de la talla de
                        Petrosian, Smyslov, Tahl, Reshevsky o Bronstein... la
                        flor y nata del ajedrez mundial. Eran tiempos donde se
                        luchaba en el tableo y donde el orgullo estaba presente
                        en cada torneo, por lo que sólo la primera posición
                        podía satisfacer a los más grandes. A veces echamos de
                        menos ese espíritu al comprobar como en las últimas
                        rondas de los torneos se firman tablas rápidas a pesar
                        de estar todo en juego. 
                       |