| 
                                     
                        En unos tiempos donde cada año
                        se juegan partidas que terminan en tablas en pocos
                        movimientos o donde se firman tablas en posiciones
                        llenas de vida, se echa de menos otra forma de jugar al
                        ajedrez. En realidad el aficionado no exige partidas al
                        estilo romántico, sólo desea ver algo de lucha en
                        ciertas partidas, comprobar que los jugadores están
                        interesados en lograr el triunfo y que no se conforman
                        con unas tristes tablas en las que sólo están
                        preocupados en no correr el más mínimo riesgo. 
                                    
                        Porque una partida puede haber finalizado en tablas y
                        haber sido una lucha sin cuartel. La partida que vemos
                        en la parte superior es un bello ejemplo de lo aquí
                        expuesto. Y es que Meitner se sentó en el tablero con
                        ganas de marcha, eligiendo una variante en la que se
                        entrega un alfil en la 3ª jugada para ir llevando al
                        rey rival hacia el centro del tablero. El sacrificio de
                        dama, sólo 6 jugadas después, es la guinda a un pastel
                        que quedó delicioso. Por la belleza de sus jugadas esta
                        partida ha sido bautizada como la 'Inmortal de las
                        tablas'. 
                                    
                        Creo que el mundo del ajedrez se debe volcar en una
                        lucha contra las tablas en pocas jugadas, son una lacra
                        que desluce el espectáculo y que sitúa al ajedrez en
                        un escalón muy por debajo del deporte... porque el
                        deporte siempre se ha caracterizado por la lucha por el
                        triunfo, algo que a veces en el ajedrez brilla por su
                        ausencia.  |