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                        Esta es una de las partidas más famosas del siglo XX. Y
                        lo es por el espectacular sacrificio de dama ideado por
                        Nezhmetdinov y por la talla del rival al que se enfrentó.
                        Lev Polugaevsky formó parte de la selección soviética
                        en multitud de ocasiones y fue aspirante al campeonato
                        del mundo varias veces, lo que da una idea de su
                        fuerte nivel... pero en esta partida fue sorprendido por
                        el siempre genial Rashid Nezhmet- dinod, un jugador de
                        origen tártaro al que sólo preocupaba la creación de
                        belleza en el tablero... y vaya si lo consiguió. 
                          
                        Rashid
                        Nezhmetdinov 
                                   
                        Ciertamente la jugada Txf4 es de las más geniales de la
                        historia del ajedrez, se sacrifica a la vez la torre y
                        la dama, y genera tal cantidad de variantes que imagino
                        que Polugaevsky tuvo que sufrir como nunca en su vida en un
                        tablero. Y una vez más el ajedrez se asemeja increíblemente
                        a la realidad, al ver una partida se puede narrar una
                        historia real que se asemejaría fielmente a lo ocurrido
                        en el tablero. ¿Cuántas batallas se habrán decidido
                        por la intervención sorpresiva de la caballería?, la
                        torre negra debilita las defensas enemigas y los
                        imprevisibles caballos se encargan del resto con sus ágiles
                        movimientos. Una lección de astucia y de cómo sacar el
                        máximo rendimiento a cada una de las piezas, sin
                        importar haber prescindido de la pieza más importante.
                                    
                        Una invasión tártara en toda regla que ha servido para
                        que Nezhmetdinov, cuya carrera no fue muy notable,
                        aparezca en multitud de libros de ajedrez y haya
                        recibido las más altas alabanzas. Una joya que todo
                        aficionado al ajedrez debe conocer y recordar.  |