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 Mejores partidas

El amante del campo y de las flores (4)

Paisaje con unas montañas nevadas al fondo, con flores de todos los tipos y colores

Fleissig, Bernhard - Schlechter, Carl

Viena 1895

1.b4 e6 2.Ab2 Cf6 3.a3 c5 4.b5 d5 5.d4 Da5+ 6.Cc3 Ce4 7.Dd3 cxd4 8.Dxd4 Ac5 9.Dxg7 Axf2+ 10.Rd1 d4 11.Dxh8+ Re7 12.Dxc8 dxc3 13.Ac1 Cd7 14.Dxa8 Dxb5 15.Af4 Dd5+ 16.Rc1 Ae3+ 17.Axe3 Cf2 18.Axf2 Dd2+ 19.Rb1 Dd1+ 20.Ra2 Dxc2++ 0–1

         

Después de 10.Rd1                  Después de 13.Ac1                   Después de 16.Rc1

Visor

Esta partida ha sido bautizada en algunos medios como "Inmortal de Schlechter"

 

Carl Schlechter

          Ya he comentado en otras ocasiones el curioso caso de Carl Schlechter, un jugador con fama de posicional y poco tendente a correr riesgos en el tablero. Pero eso no se ajusta del todo a la realidad. Schlechter era un jugador de gran talento para el ajedrez táctico y para el cálculo de variantes, pero también era de carácter tranquilo y sosegado, algo que influía notablemente en su forma de jugar. Schlechter raramente entraba en un cuerpo a cuerpo en el tablero, y no era por miedo precisamente, en ello influía su forma de ser bondadosa, ya que en muchas ocasiones concedía tablas en posiciones donde contaba con algo de ventaja.

           Esto es algo muy habitual, generalmente jugamos al ajedrez tal y como nos comportamos en la vida (salvo raras excepciones camaleónicas). Schlechter no tenía el instinto asesino de otros campeones, algo que lastró su, por otro lado, brillante carrera.

 

          Lo cierto es que esta partida no tiene desperdicio y su sitio tal vez debería estar entre las inmortales. Schlechter calcula con gran exactitud e intuye que podrá dar mate sólo con su dama y el peligroso peón de c3, por lo que decide prescindir del resto de sus piezas. Fleissig las va tomando, una tras otra, como una voraz plaga de langostas, sin darse cuenta de que la espada de Damocles pende sobre su cabeza. Finalmente la glotonería de las blancas fue brillantemente castigada por las negras, con un precioso remate que da a esta partida sabor a Inmortal y que nos sirve para recordar que detrás del semblante tranquilo de Schlechter se escondía un jugador de gran talento.

 

 

 

 

 

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