Muchos jugadores practican o han practicado técnicas de relajación durante su preparación. Parece algo lógico, cualquier método que ayude a controlar las sensaciones parece especialmente indicado para el ajedrez y el maestro que controle mejor la multitud de cambios mentales que se van sucediendo durante una partida, tendrá una gran ventaja sobre el resto. 

           Leonid Yudasin, una de las grandes promesas del ajedrez soviético de los años 80, practicaba el yoga y era seguidor de la filosofía oriental (ying-yang), concepto de dualidad y armonía que se encuentra en todas los aspectos de la vida. Yudasin tenía una visión del ajedrez totalmente diferente al común de los mortales, más preocupado por profundizar en la raíz y en los misterios del juego, que por lograr unos resultados concretos, se le puede definir como un Maestro trascendental. Llegó a declarar: "Aferrarse por todos los medios al punto o al medio punto es una aberración que nos aparta de la esencia del juego. Mi gran objetivo es alcanzar la máxima espiritualidad posible y despreocuparme de los factores deportivos, aun sin ignorar su importancia".

Leonid Yudasin en su época oriental y tras abrazar el judaísmo

           Realmente Yudasin si estaba interesado en vencer en sus partidas (aunque tuviese otras preferencias), como lo demuestra su constante ascensión hasta lograr ser el octavo jugador del mundo en 1990, año en el que consiguió su triunfo más relevante y sonado: el campeonato de la URSS. Sin embargo, tras la disolución de la Unión Soviética, abandonó Rusia y se trasladó a Israel, donde adoptó el judaísmo, decisión que coincidió con una bajada sensible en su rendimiento, hasta desaparecer por completo de la élite del ajedrez de manera fulminante y sorprendente. Debido a la religión que había decidido abrazar, no jugaba al ajedrez en sabatt, lo que solía representar todo un quebradero de cabeza para los organizadores de los torneos a los que acudía.

Javier Cordero Fernández

(25 Enero 2015)